Era temprano todavía para entrarle a las páginas de El tábano, la mejor y más popular novela de la irlandesa Ethel Lilian Voynich.
No lo era tanto por la edad, sino, en parte, por violentar esa progresión recomendable para la lectura, en que el paso soñador y aventurero del niño al adolescente va más convenientemente acompañado de títulos a lo Salgari, Verne, Louis Stevenson…
Tampoco es que fuera un adelantado, ¡qué va!, pues para esta edad actual son muchísimas las deudas con los clásicos; aunque en cuestión de libros jamás puede estarse al día.
Lo digo porque recuerdo que completando El tábano empecé Las mil y una noches; con el cual caí en la graciosa cuenta de que Anónimo no era el nombre de un autor, de esos antiguos dados a firmar con una sola seña, a lo Homero, Esquilo o Plutarco.
Aunque me sonroje ahora, mucho más que al momento de la ignorancia perdonable de mozuelo, rememoro el pasaje porque es la confirmación demoledora de que era, en efecto, muy temprano para mi estreno en la lectura de novelas.
Sin embargo, me quedo con el sonrojo, con el acento de lector tardío en mi currículo, con la exposición al bonche o a la ojeriza de algún círculo intelectual en que miden la sapiencia por el cálculo bruto de los libros consumidos. Me quedo con tales dardos a cambio de quedarme también, y únicamente, con la acepción primigenia, natural y literaria de lo anónimo, y desechar los otros significados que enmascaran la postura, el carácter y la mala fe.
Con todo el respeto que merece el derecho de ampararse en la discreción, de ese salvarse a la reprimenda, a la represalia directa, a las posibles consecuencias con que pudiera «pagarse» el acto de denunciar justa, franca y limpiamente lo incorrecto, lo indigno o lo torcido; acusar sin pie de firma siempre levanta –sea cierto o no– una sospecha que hace dudar, vacilar, resistirse a la verificación.
Hay algo de ilegítimo en el acto de empujar el papel por debajo de la puerta, en la llamada sin nombre, en la carta sin remitente, en la máscara oscura del seudónimo.
Ni en los tiempos más remotos de la administración de justicia hubo juicio sin acusador presente, corpóreo, nominal, sea hombre, grupo o institución… un alguien reconocible.
En la propia producción de prensa vale tanto la noticia según la fuente, sus argumentos, el testimonio del audio y de la imagen; este propio rotativo no publica una carta crítica de un lector sin sus señas debajo; se usa menos en el mundo la información «ofrecida por una fuente desconocida», aun cuando el nivel cósmico de la tecnología construye los escenarios e inventa «verdades», e incluso los grandes medios sacan ventaja de sus nombres y alcances, sea cierto o no lo que enjuicien. Esto de la manipulación es otra cosa, pero hasta para mentir y tergiversar firman el reporte al pie.
Mi rechazo en cuestión tiene un depositario particular en esa pose de emboscada que envía un papel sin firma con un dato detonante, y luego se arrincona a disfrutar el espectáculo que desencadena.
Hablo del que echa a rodar un chisme para sembrar cizaña, quien convierte en sospecha cualquier acto del que «me cae mal» en el barrio o el centro de trabajo, de quien vela al jefe que firmó la sanción, o a aquel «que me serruchó el piso porque hace rato la plaza debió ser mía». Ese hará todo por romperle al otro el prestigio ante algún superior, con una manoseada «cartica» que por lo menos lo ponga en entredicho.
Hay también una práctica socorrida con demasiada frecuencia en los últimos tiempos, de hacer llegar en comunicaciones anónimas a autoridades políticas, de gobierno, órganos controladores, directivos empresariales u otros cargos decisivos, la denuncia de firmantes misteriosos que no pocas veces ponen sobre la pista correcta el descubrimiento de un delito grande, de una cadena de corrupción, de un foco de maltrato o deficientes servicios al usuario.
Al amparo del Maquiavelo que justifica los medios con el fin, pudiera retirarse el reproche cuando un anónimo permite esclarecer este tipo de actos graves que laceran la economía y la moral, mientras queda a buen resguardo la identidad del benefactor del dato.
No obstante, insisto en que mi observación es contra el modo, pues que un papel sin firma sea la vía de descubrir lo torcido, también llama la atención sobre la eficacia allí de unas cuantas estructuras (directores, auditores, sindicatos, núcleos, comités de base, cederistas, federadas, trabajadores, consejos populares…) concebidas directa o indirectamente para la custodia de los bienes sociales que van desde el recurso estatal hasta la armonía ciudadana.
La discreción en tales asuntos, por supuesto, es un derecho que ha de asegurarse de antemano. No por gusto cada gobierno local debe seguir exigiendo a sí mismo y a todas las entidades, las garantías de privacidad en sus oficinas de Atención a la Población; un tema con muchas otras fisuras que, quizá, se suman entre las causas que alientan la alternativa del anónimo.
En no pocas, el funcionario encargado no lleva esta tarea exclusiva, y hasta comparte el local con otros, confinando la soltura de quien se queja, reclama o denuncia; como pasó a aquel señor que tuvo un «lapso», generado tal vez por la incómoda presencia de terceros.
Yo estaba, pero me percaté. Salí y esperé tras la puerta cerrada. Al rato se abrió y el hombre la atravesó ya con otra cara, menos ceñuda, como de quien lo había descargado todo.
Quise entrar cuando de pronto frenó en secó, volvió sobre sus pasos, y desde la puerta a medio abrir, reconsideró a la funcionaria:
–Mire, mejor no, no ponga mi nombre, que sea un anónimo, no vaya a ser que al final me rayen la pintura.
–Está bien, es su derecho –respondió la mujer, borrando de inmediato toda seña del firmante en la planilla.
–Ah, pero recuerde –enfatizó él, torciendo en la retirada medio cuerpo–, hay un plazo por ley, un plazo máximo, me informé. Espero que en ese tiempo me hagan saber la respuesta…
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Julio Cesar dijo:
1
20 de junio de 2018
06:41:54
Panchito Respondió:
20 de junio de 2018
10:13:18
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21 de junio de 2018
09:36:08
jpuentes dijo:
2
20 de junio de 2018
08:15:59
Chela dijo:
3
20 de junio de 2018
08:57:18
Revenge dijo:
4
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09:38:23
Anibal del Prado Respondió:
22 de junio de 2018
12:46:48
Máximo dijo:
5
20 de junio de 2018
11:37:11
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